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Porqué Me Fui de ISKCON
por Steven J. Gelberg, 1991

Puesto que eventualmente la mayoría de los devotos se van del movimiento Hare Krishna, ISKCON (AC Bhaktivedanta Swami Prabhupada predijo correctamente que en última instancia la gran mayoría de sus discípulos abandonarían el movimiento), la experiencia misma de salirse (y sus consecuencias) es ciertamente una de las experiencias centrales en la vida de la generalidad de los devotos, y por lo tanto digna de reflexión y discusión.

Es difícil imaginar una experiencia más dolorosa y más potencialmente desconcertante, que dejar una comunidad o una tradición espiritual a la que se le han dedicado años de vida. Perder la fe en un sistema comprensivo de las ideas que han moldeado la propia conciencia y guiado nuestras acciones, dejar a una comunidad que ha constituido nuestro mundo social y definido nuestra identidad social, el renunciar a una manera de vivir que es una forma entera de ser, es una experiencia de implicaciones graves.

Especialmente cuando la comunidad/tradición que se está dejando se define como el depósito y bastión de toda la bondad, todo lo importante, toda lo verdadero, toda la decencia, todo el logro humano significativo, puede requerir de un gran esfuerzo psicológico el reorientarse al propio yo y al mundo más allá. Internamente, uno debe trabajar para volver a descubrir y reclamar sus propias y únicas fuentes de significado, y desde esas profundidades interiores, obtener los recursos personales para vivir auténticamente. Externamente, uno debe aprender cómo lidiar con el mundo externo, ese territorio extenso más allá de las puertas del enclave espiritual—ese lugar que por tanto tiempo fue visto como un morada oscura y malvada, inadecuada para la vida humana. Muy a menudo, los devotos que ya no se sienten contentos viviendo en ISKCON, prolongan su estancia simplemente por miedo a ese mundo demoniaco.

Esta nueva orientación hacia uno mismo y el reingresar al mundo no son tarea fácil, y es más simple perfeccionarla cuando se tiene el apoyo de otros que han recorrido un camino similar. Aunque he tenido poco que ver con ISKCON por casi catorce años, todavía siento una cierta afinidad con los devotos, tanto del pasado como del presente. ¿Cómo no iba a hacerlo? Dediqué plenamente diecisiete años de mi vida (de los dieciocho a los treinta y cinco años de edad—mi juventud) a una vida de conciencia de Krishna en la asociación de devotos igualmente comprometidos. Prácticamente todos mis amigos y conocidos eran devotos. Absorbí las enseñanzas de Prabhupada en las profundidades de mi ser, y las prediqué con un entusiasmo nacido de la confianza serena en su eficacia y verdad absoluta. Me dediqué tanto a fomentar una inmersión más profunda en la espiritualidad Vaishnava por parte de mis compañeros devotos (a través de la edición de libros como El maestro espiritual y el discípulo y Namamrta: El néctar del Santo Nombre), como a cultivar el respeto y el aprecio por ISKCON entre los intelectuales y académicos, como con mi libro de entrevistas, "Hare Krishna, Hare Krishna: Cinco distinguidos Académicos hablan sobre el Movimiento Hare Krishna en el Occidente" (Grove Press, 1983).

Aunque mi manera de pensar y mi modo de ser han cambiado considerablemente desde que me fui del movimiento, no puedo olvidarme de todos mis hermanos y hermanas con quienes he compartido la experiencia de la consciencia de Krishna. Yo, como ellos, entre al movimiento llevado por la necesidad de saber y experimentar la verdad, la iluminación, la paz y la dicha. Yo, como la mayoría de los devotos, sentía una atracción inexplicable por el muchacho de piel azul, sobrenaturalmente hermoso, Krishna; por la extrañamente hermosa música del "maha-mantra" Hare Krishna y por la promesa de alcanzar la transcendencia. No puedo evitar sentir un vínculo especial con ellos.

De vez en cuando, la mayoría de los devotos dudan acerca de la verdad de la consciencia de Krishna, o de la relación que ésta tiene con su crecimiento espiritual y psicológico personal. En mis últimos años en el movimiento, ciertamente sentí eso. Y sé que, a pesar de que se afirme lo contrario, hay desincentivos poderosos para expresar abiertamente las dudas en compañía de otros devotos.

Sin embargo, estas dudas pueden ser la voz del propio ser interno, ese yo que no siempre refleja con exactitud el "sistema" exterior de la consciencia de Krishna, ese yo que protesta al ser formado y moldeado tratando de convertirlo en algo que no es. A pesar de su lealtad externa a ISKCON y a la tradición de la que se origina, si el ser interno no es abordado, respetado, honrado, si no se le permite crecer, si no hay condiciones para que se exprese el yo auténtico, tarde o temprano, va a protestar. Cuando esa voz interior de a poco comienza a hablar, puede ser acallada con el pensamiento regimental, el canto en voz más alta, las actividades externas o la simple negación. Pero en algún momento en el camino esa voz está destinada a volver, un poco más fuerte, un poco más insistente. Y llega el punto en el que no queda más remedio que reconocerla.

Quisiera, ahora, dirigirme a esa voz interna y contestarle con mi propia voz. Por cierto, no tengo ninguna intención malévola al hacerlo. No soy anti-sectario ni soy alguna especie de ideólogo redentor. No tengo nada que ganar personalmente de este ejercicio, excepto el placer de decir las palabras que creo que necesitan ser dichas a los viejos amigos y a los amigos aún desconocidos.

Permítanme relatar algunas de las razones por las que me fui de ISKCON después de tantos años de comprometido servicio. A continuación, he organizado mis reflexiones en varias secciones:

¿Dónde están los devotos puros?

A medida que lo pienso, me parece que el factor que inicialmente puso en marcha mi desilusión gradual de ISKCON, fue mi conciencia creciente de que, a juzgar por sus propios criterios de éxito, ISKCON simplemente había fallado como un movimiento espiritual. Se hizo cada vez más evidente e inevitablemente obvio que el movimiento simplemente había fallado en el cumplimiento de su propio objetivo primordial declarado: crear "devotos puros"—para guiar hábilmente y con éxito a practicantes serios hacia aquellos estados sublimes de conciencia espiritual elaboradamente descritos en las Escrituras y reiterados sin cesar en los foros de enseñanza del propio movimiento.

Por supuesto que se pueden encontrar a devotos que parecen estar en paz, contenidos y llenos de propósitos y convicciones sinceras; devotos alegres, entusiastas y demás. Y es cierto que la mayoría de los devotos han experimentado, en un momento u otro, sentimientos elevados al cantar, al ver a la deidad, etc., pero ¿qué hay de los estados espirituales más desarrollados y sostenidos descritos con términos tales como "bhava" y "prema"? ¿Qué pasa con el amor de Krishna que brota de lo más profundo del ser, abruma la mente y el corazón, y transforma por completo a alguien en una persona santa cuya sola presencia inspira santidad en los demás? Está ISKCON en realidad produciendo tales personas evidentemente conscientes de Krishna? ¿Necesito siquiera preguntarlo?

Para dar cuenta de esta vergonzosa carencia de devotos puros en ISKCON, uno se ve obligado a actuar una versión de "El Traje Nuevo del Emperador": hacer lo mejor posible para convencerse uno mismo y a los demás de que algunos devotos de alto perfil son, de hecho, devotos puros, y proclamar que los que no reconocen su estado o bien no están tan avanzados para tener tal discernimiento o son unos "tontos envidiosos". O, alternativamente, redefinir el término "devoto puro" de una manera amplia y generosa para así incluir al mayor número de devotos posible (por ejemplo, todos los que aspiran a ser devotos puros, todos aquellos que siguen sus votos de iniciación, etc.)

Algunos cuantos, devotos altamente motivados y disciplinados, se aplican a los principios del bhakti-yoga y prueban los frutos de su esfuerzo. Pero para la abrumadora mayoría de devotos, la vida espiritual en ISKCON es poco más que una lucha perpetua contra los bajos instintos materiales. Uno sigue, año con año, esperando contra toda esperanza que, "algún día, si, un día, un día lejano en el futuro, un día mágico y maravilloso, me volveré un devoto puro."

Después de muchos años en el movimiento llegue a la conclusión de que cualquier éxito del que el movimiento pueda gozar—cualquier proliferación de cabezas afeitadas y de saris, cualquier número de templos abiertos, libros distribuidos, obtención del respaldo de celebridades—en vista de la falla en la creación de personas que sean altamente desarrolladas en la consciencia de Krishna, lo anterior resulta solamente una demostración hueca.

Falla ética y Deshonestidad Espiritual

A lo largo de mis años en ISKCON, me alarmó el grado en que las personas que se unieron al movimiento, en parte como una reacción contra la falsedad generalizada en las relaciones interpersonales en la sociedad mundana, se permitían llegar a ser manipuladoras, astutas y doble cara en nombre de la promulgación de la Verdad. Por más difícil que sea de admitir, El-Fin-Justifica Los Medios, ha sido durante mucho tiempo una ética de definición y control en el movimiento. Con base en la presunción de que timando, engañando y engatusando a las almas ilusionadas para que subvencionen económicamente, y de una u otra forma apoyen a ISKCON, representa una moral "superior". A los devotos se les enseña a decir y hacer casi cualquier cosa que pueda justificarse en nombre de la "prédica". Desde el devoto nuevo que sale a la calle para obtener dinero de los no devotos a través del fingimiento evidente, hasta el devoto más sofisticado intelectualmente y socialmente hábil que empaqueta a ISKCON de manera tal que eficazmente gana amigos y socava a los enemigos, la ética de verle la cara a los no devotos a fin de salvar su alma, es la misma.

Aunque esta actitud pueda parecer justificada desde el punto de vista de ciertas éticas "espirituales" inventadas y auto serviciales, en la práctica fomenta una falta de respeto fundamental y una actitud de superioridad hacia aquellos por quienes dice tener sentimientos de compasión, así como una actitud manipuladora y controladora hacia aquellos a los que pretende liberar. Aunque algunas de las manifestaciones más burdas de esa ética tramposa se han sosegado en los últimos años, la actitud básica, por lo que puedo ver, no ha cambiado, ya que se basa en la presunción de la superioridad moral de ISKCON.

Otro tipo de deshonestidad fundamental en el movimiento es una intelectual: una orientación aprendida en la que el principal proyecto filosófico de la persona deja de ser el esfuerzo sincero y disciplinado para abrirse a la verdad y es reemplazado por el estudio, memorización, interiorización, prédica y defensa de una "Verdad" ya definida, previamente digerida y pre-empaquetada. En lugar de una mente y corazón realmente abiertos en búsqueda del conocimiento, uno simplemente ondea la bandera de la "verdad recibida", pase lo que pase y por mucho que tal "verdad" pueda o no hacer frente a la realidad o a los hechos en cuestión.

Esta defensa tenaz de la "verdad recibida" al enfrentarse al potencial invasor de otras realidades representa, yo sugiero, no un acto de coraje si no de cobardía: un intento fútil para defender una frágil seguridad existencial enmascarada de certeza iluminada. Me sorprende continuamente, y en retrospectiva estoy algo avergonzado, por mi buena disposición y de la de otros intelectuales de ISKCON, para sacrificar la honestidad intelectual y así fortificar nuestra fe imperfecta—de agitar nuestras pequeñas banderas rotas de la "verdad" frente a la abundancia de ideas y texturas de las realidades que nos rodean.

Corazones duros

A través de mis años en ISKCON, puedo recordar como a menudo me decepcionaba con el comportamiento de los líderes, a quienes poco parecía preocuparles el bienestar de los devotos bajo su mando. Hay cierta dureza del corazón proveniente de subordinar a la gente a los principios, de definir a la institución misma como preeminente y de que sus miembros sean simplemente sus "humildes sirvientes".

Esta retórica de la sumisión tiene, por supuesto, un cierto halo de altanería: la idea de los devotos luchando juntos, poniendo en común sus energías y habilidades, sacrificando la independencia personal y el confort con el fin de servir a una misión gloriosa. El problema es, que en efecto se crea un ambiente social/interpersonal en el que las necesidades particulares de los individuos se devalúan, no se les da importancia, y se posponen indefinidamente; lo que tarde o temprano deja al individuo devoto sintiéndose usado y abusado. A través de mis años en ISKCON me hice cada vez más consciente, dolorosa y tristemente consciente, de las formas en que, en nombre de "ocupar a los devotos en el servicio de Krishna", los líderes y administradores en todos niveles manejaban a los devotos "a su mando" de manera paternalista, condescendiente, con mano dura y autoritarismo—viendo y tratando a sus subordinados, no como individuos únicos que poseen una vida interior rica y compleja, si no como unidades de energía humana que se ajustan a las tareas necesarias de cada momento. Recuerdo cómo algunos líderes criticaban e incluso ridiculizaban la idea misma de que se debe prestar especial atención a las psiques y necesidades individuales de los devotos, cómo desestimaban tales preocupaciones como mero sentimentalismo, mimos innecesarios, falta de fortaleza mental; considerándolas opuestas a los sagrados principios de la humildad y la entrega.

Esta actitud inflexible y dura, esta indiferencia insensible para el individuo, esta exaltación casi cínica de los principios de humildad y rendición que asegura que los pisos sean barridos y las cuentas pagadas, deja a muchos devotos sintiéndose traicionados, especialmente aquellos que ocupan posiciones bajas en la institución. Muchos de estos devotos simplemente se van cuando la frustración, la ansiedad y la decepción alcanzan un nivel bastante alto—muchos se vuelven (comprensiblemente) amargados y vengativos.

El Celibato Sexy

La mayoría de los devotos reconocen que la prohibición de ISKCON en contra del "sexo ilícito" (cualquier forma de actividad sexual que no sea para concebir hijos en el matrimonio) es la más difícil de observar entre las prohibiciones ascéticas de ISKCON. Es la causa de las mayores dificultades para los devotos, y (con la posible excepción de la desilusión de ISKCON per se) la causa más común de la "caída" de la conciencia de Krishna.

Sin discutir los méritos del celibato en la vida espiritual, es justo decir que el devoto típico, en un cierto plazo, va a violar la regla del celibato una o más veces. El deseo sexual aparece en la vida de cada devoto tarde o temprano, en diferentes grados y formas. Desde el gurú dando clases en su trono hasta el nuevo recluta que limpia los sanitarios, los devotos piensan en el sexo, fantasean con él, o se complacen (con otros devotos dispuestos, con viejos amantes, con contactos fuera del movimiento, o con quienquiera) si piensan que pueden hacerlo sin ser descubiertos. Este hecho obvio no se reconoce abiertamente en ISKCON porque es fuente de gran vergüenza para los devotos, quienes miran a la indulgencia en el sexo como asquerosa, embarazosa, y una muestra de debilidad personal—y además, porque siempre se están jactando con los no-devotos de su disfrute en un "gusto superior", que es evidente por su desinterés en la satisfacción mundana de los sentidos.

Siendo franco, hay algo muy triste y hasta trágico, en el espectáculo de los aspirantes espirituales sinceros luchando interminablemente en contra del deseo sexual, negándolo, y reprochándose una y otra vez por su falta de heroico desapego del cuerpo, buscando esquinas oscuras en las cuales masturbarse, o encontrándose "apegados" a otro devoto y planeando encuentros "ilícitos" con él o ella. Todo este engaño e hipocresía, culpabilidad y vergüenza, negación y encubrimiento, hacen de ISKCON una farsa patética de presunción ascética.

Tras muchos años en ISKCON, todo este fetiche del celibato me empezó a parecer un poco sospechoso. ¿Por qué el fracaso abismal de la mayoría de los devotos de ser incondicionalmente célibes? ¿Por qué la incapacidad generalizada para llevar a cabo un acto de renuncia que ISKCON define como una condición previa no sólo para una práctica espiritual seria, si no para la vida humana civilizada? ¿Por qué este fracaso fundamental?

Algunos devotos piensan que es debido a un cierto déficit natural en la conciencia de los occidentales (somos demasiado apasionados); otros culpan a la práctica crónicamente defectuosa del bhakti-yoga (canto ofensivo, etc.); algunos afirman que Prabhupada nos transmitió una práctica imperfecta de Vaishnavismo Gaudiya (omitiendo ciertos elementos místicos necesarios en el proceso de iniciación); algunos dicen que es una consecuencia natural de los ashrams mixtos (y periódicamente sugieren que los templos se deshagan de las mujeres). Cualquiera que sea la causa, el hecho es que la mayoría de los devotos están muy lejos de practicar un celibato sereno, encontrándose profundamente arraigados en cuerpos físicos que, por su misma naturaleza, desean tocar y ser tocados, sentir el calor de otro ser humano.

Tan fuerte es el deseo de la naturaleza humana por el contacto físico, que para evitarlo, para reprimirlo, uno debe pintarlo de la forma más exageradamente negativa: contemplando el acto sexual como puramente salvaje, repugnante y animal. Pero consideremos: ¿El hacer el amor es en realidad un simple montar y gruñir bestialmente? ¿Acaso no tiene ninguna conexión con las sensaciones de amor, cariño, aprecio y afecto? Ciertamente, como cualquier otra actividad humana, el sexo puede ser hermoso o feo. Puede ser un acto de glotón y burdo abandono egoísta, o puede ser una expresión de afecto, un acto de dar placer mutuo, incluso un catalizador para las sensaciones de unidad emocional y espiritual. Solamente a través de una negación deliberada de experiencias personales pasadas, o de las intuiciones, es que uno puede borrar tales memorias, o bloquear la capacidad imaginativa.

Mi propósito aquí no es promover las glorias del sexo, si no señalar los problemas asociados a la prohibición—y también, hacer la sugerencia radical de que quizás sea posible ser una persona espiritual, una persona buena, llena de compasión, sabiduría, sensibilidad y conocimiento—bajo cualquier bandera espiritual—sin tener que negar y reprimir la sensualidad implícita.

La Falta de Respeto por las Mujeres

Si ISKCON verdaderamente fuera el movimiento espiritual glorioso que dicen ser, con el único defecto de tener actitudes ofensivas y políticas discriminatorias hacia las mujeres, mi ex-esposa, Sitarani y yo aún hubiéramos sentido que estaba completamente justificado abandonar esta organización a la cual habíamos dedicado nuestras vidas. Llego a ser cada día más difícil de tolerar (y defender entre los eruditos y con los estudiantes a los que, como un servicio, debíamos "cultivar") la mentalidad cruda, irreflexiva, juvenil, de club de niños del movimiento—el injurioso punto de vista oficial, que consideraba a las mujeres infantiles, irracionales, irresponsables, emocionales, y salvajes "a menos que sean controladas por un hombre."

No es de extrañar que ISKCON sea una institución temerosa de, que odia y explota a las mujeres. Una religión centrada en el hombre que define al sexo como el enemigo de la espiritualidad, naturalmente, va a definir al objeto del deseo sexual de los hombres como el Enemigo Personificado: La mujer como principal antagonista en el drama sagrado del Hombre Trascendente. Las mujeres, por lo tanto, son estigmatizadas; en el mejor de los casos son toleradas—se les permite existir en la franja de un estatus oficialmente menor, donde sus lascivas energías son misericordiosamente canalizadas al servicio de los hombres—y en el peor de los casos, son oficial y sistemáticamente denigradas, rechazadas y, no pocas veces, abusadas emocional y sexualmente.

Un movimiento que permite que un nuevo recluta masculino se sienta superior—por el simple hecho de tener un pene—a una devota madura que ha estado perfeccionando su conciencia por décadas; un movimiento que fomenta que un marido se sienta cómodo dándole órdenes a su esposa como si él fuera un maharaja y ella un peón, tal como si ella estuviera colocada en esta tierra simplemente para servirle y satisfacerlo—como si Krishna estuviera satisfecho con tales exhibiciones de intercambios jerárquicos apropiadas entre los sexos—resulta en una invitación para ser ridiculizados por extraños e incita punzadas de conciencia en sus propios miembros pensativos. Es sorprendente que cualquier mujer se precie tolere este tipo de actitudes y tratos, y es a su favor (supongo) que tolere estos abusos para permanecer conectada a una tradición espiritual que siente, o espera, que sea más sabia y más noble que eso.

Por un buen tiempo, Sitarani y yo nos sentíamos contentos de ser "liberales" con este tema—usando nuestra influencia, por ejemplo, para permitir que una mujer diera alguna clase ocasionalmente, condujera un kirtan, o tuviera un voto en la junta directiva del templo. Pero nos cansamos de tratar de darle la vuelta al problema cuando estudiantes universitarios perspicaces y otros nos cuestionaban—por tener que emplear nuestra inteligencia y sentido común en la búsqueda para nada noble de encubrir a una organización descaradamente sexista.

Cuando finalmente dejamos el movimiento nos sentimos aliviados por habernos salido de un ambiente político y social que denigraba a las mujeres y los principios femeninos positivos. ISKCON es, después de todo, una institución tan positivamente masculina: toda esa obsesión sobre el control, orden, jerarquía, protocolo, y la competencia, por no hablar de toda la retórica marcial que se golpea el pecho de "la conquista de los sentidos, la destrucción de la ilusión, el vencer al enemigo y eliminar a los demonios."

¿Qué hay de las hermosas cualidades "femeninas" de Sri Caitanya y sus seguidores? ¿Qué pasó con su bondad, su humildad, su empatía, amor, compasión, protección espiritual y educación, delicadeza de emociones y en las relaciones interpersonales? Mientras que los devotos ocasionalmente hablan insinceramente de estas reconocidas cualidades Vaishnavas, en la práctica son las cualidades masculinas a las que ellos aprecian: la severidad, la agresividad y el poder de dominar y de manipular a otros es lo que la costumbre de ISKCON promueve y recompensa.

Despersonalización Espiritual

El factor final en mi decisión acumulativa de dejar ISKCON fue una filosófica: una creciente conciencia de que por más sabiduría y belleza se puedan encontrar en una tradición religiosa particular, ninguna tradición, ningún sistema, puede hablar completamente por un solo individuo. Cualesquiera que sean los posibles orígenes trascendentales de un camino espiritual, éste se transmite a través de las personas humanas: sabios, inteligentes, personas santas tal vez, que sin embargo siguen siendo personas distintas, individuales, con sus propias historias de vida distintas experiencias, temperamentos, modos de pensar, sentir y comunicarse. Aunque había mucho en la conciencia de Krishna que me pareció muy significativo y atractivo, empecé a darme cuenta (sutilmente, lentamente, durante un largo período de tiempo) que, por más que simplemente borrara mis propios pensamientos y sentimientos, no podía aceptar ciega y automáticamente cada palabra de las Escrituras (por ejemplo, las mujeres son inferiores a los hombres, el trueno y el relámpago viene del Señor Indra, el sol está más cerca de la Tierra que la Luna, etc.)

Sin embargo, más allá de las dificultades con ciertos pasajes de las Escrituras, fue mi creciente sensación de que había algo antinatural, algo artificial y forzado, en la idea misma de tener que sustituir completamente mis propios pensamientos, reflexiones, ideas e intuiciones acerca de mí mismo, el mundo, y mi propia experiencia, con un sistema de ideas y doctrinas pre-empaquetadas y pre-aprobadas que, cualesquiera que sean sus orígenes, ha evolucionado a través de innumerables manos y se refracta a través de muchas mentes y sensibilidades a través de los siglos. Empecé a sentir (aunque me llevó un tiempo largo para admitirlo conmigo mismo) que se trata de una demanda poco realista e injusta hecha a cualquiera de nosotros, por más "imperfectos" que seamos, porque deshonra a la integridad y la particularidad de quienes somos, en nuestra individualidad esencial.

Llegué a sentir que, hay algo ultimadamente impersonal en la idea de que somos algo totalmente diferente de lo que actualmente sentimos ser, que nuestra personalidad manifiesta es simplemente el producto de un estado antinatural, ilusionado, y que para "trascender" esta sensación inmediata del ser debemos someternos a la autoridad de ciertas personas autorizadas por nosotros mismos para una radical re-educación; cortando, casi en su totalidad, con todas las ideas, influencias o personas que posiblemente nos recuerden a los seres que erróneamente creíamos ser.

Ahora bien, sean cuales sean las bellezas del camino espiritual, hay algo un poco siniestro en un sistema espiritual que tan intransigente y absolutamente devalúa mi saber y experimentar propio y directo, que me hace dudar y cuestionar cada una de mis percepciones, mi sentido de la realidad; un sistema al que tendría que someterme, en cuerpo y mente, a ciertas "autoridades" de quienes no he visto ninguna prueba concluyente de perfección espiritual—cuyo estado es tenue en el mejor de los casos (a la luz de los frecuentes escándalos que involucran a estos personajes que son anunciados por ISKCON como "puros" y "perfectos").

¿Tiene realmente la vida espiritual que depender de un acto tan extremo de abnegación en el que hay un rechazo inflexible de la experiencia personal? ¿Tienen la Verdad y la Sabiduría que estar tan radicalmente separadas de mi propia consciencia, de la profundidad de mi propio ser? ¿Es lo mejor para mí cegar y ensordecer mi propia visión interna? ¿Es esta auto-abnegación realmente "humildad"—el reconocimiento racional de mis limitaciones personales—o es finalmente solo una forma de deshonrarme y negarme a mí mismo?

Comencé a percibir que la espiritualidad verdadera no se puede reducir a una estructura corporativa, conformista, y autoritaria. Al contrario, honra y confía en el espíritu individual lo suficiente para permitir que uno busque su propia trayectoria, incurra en sus propias equivocaciones, encuentre su propia manera, escuchando a sus propias intuiciones y reconociendo las varias fuentes de sabiduría que se presentan a través de su viaje en la vida. Finalmente me di cuenta de que, a pesar de toda esta palabrería de ISKCON sobre la libertad, la emancipación y el escape de las modalidades condicionadas del ser; la mentalidad que prevalece en ISKCON está de hecho, caracterizada por un gran miedo a la libertad: una angustia frente a la búsqueda personal, un miedo de confiar en el momento, de abrirse a lo inesperado, de permitir que la mente y el corazón sigan siendo receptivos, curiosos, vulnerables, aventureros.

¿Hay Vida Después de ISKCON?

Que un devoto pueda plantearse tal pregunta es en sí mismo es muy indicativo de la mentalidad de ISKCON. A través de diecisiete años en la conciencia de Krishna me senté a escuchar miles de clases de la Bhagavad-gita y el Srimad-Bhagavatam (¡muchas de ellas dadas por mí!) En las que se me obsequiaban imágenes de inminentes pesadillas avecinándose en el mundo fuera de los muros de ISKCON—advertido en repetidas ocasiones de las miserias por venir si tontamente se me ocurriera vagar fuera de nuestras fortificaciones. En un lugar donde la experiencia espiritual superior es escasa, es necesario, en efecto, crear desincentivos poderosos para salirse, incluso si éstos se basan en la exageración y el miedo.

Pero resulta que el mundo no es una cámara de horrores sin alivio, tal como se describe en las clases del Bhagavatam. Es una mezcla, tal como lo es ISKCON. Sí, claro que hay toda clase de cosas terribles en este mundo: guerra, pobreza, enfermedad, abuso sexual, racismo, y mucho más. No se puede dejar de afirmar que el mundo es un lugar impregnado por el sufrimiento y la crueldad. Pero en medio de toda esa oscuridad y locura también hay bondad. Para comenzar, hay mucha gente de buen corazón que acude a ayudar a los que son perjudicados, perseguidos, incomprendidos, maltratados; personas que intentan aliviar los sufrimientos de otros de maneras innumerables.

Aquí, en el resto del mundo también hay muchos que buscan la verdad, el significado y la belleza a través de la expresión artística. En el mejor de los casos, todas las artes—la pintura, la música, la danza, la literatura, y así sucesivamente—apoyan la búsqueda de la verdad, la belleza y sublimidad. Uno sólo tiene que abrirse a las obras de los maestros-creadores, caminar por un museo de bellas artes, escuchar una gran sinfonía, ver un ballet, perderse en una gran novela o un poema para experimentar las profundidades y alturas del espíritu humano. Hay infinitas riquezas para ser vistas, escuchadas, experimentadas y absorbidas en estas obras. Uno sólo tiene que abrirse, dejarse sentir y experimentar.

Hablando a título personal, en los últimos años me he sumergido en Fotografía artística, tanto como un artista que trabaja como estudiante de la historia y la estética del medio, y así he obtenido satisfacciones profundas. A través de la fotografía creativa he descubierto en mí nuevas capacidades para ver, intuir, sentir, crear, comunicar. Actualmente estoy trabajando en un libro que explora las dimensiones espirituales del medio.

Además de la expresión artística, que es mi propia trayectoria, hay otras vías para llevar una vida significativa: a través de actividades intelectuales, a través de obras de compasión (tanto dentro como fuera de los contextos institucionales formales o de la profesión), a través de la enseñanza, y a través de mil otras formas de acción honesta y significativa. Y hay, por supuesto, un mundo de caminos espirituales y prácticas para explorar. Al dejar ISKCON, nos encontramos con una grata sorpresa al descubrir que hay muchos que se dedican a la senda espiritual—que buscan, a través de diversos medios, ser más conscientes, más sensibles, más compasivos, y que trabajan para integrar las verdades espirituales a su vida cotidiana. Y hay, por supuesto, muchos miembros antiguos de ISKCON que siguen en el camino Vaishnava, pero de manera tal que sienten que pueden conservar una integridad y humanismo en gran medida ausentes en el propio ISKCON.

Una vez que se anda fuera de las puertas de ISKCON, se descubre que la propia calidad de la consciencia y del corazón son los factores que determinan la clase de persona que se es y qué clase de vida se va a vivir. Al salir del templo no se cae de forma automática en el libertinaje desenfrenado, ni uno se convierte en un demonio, o se vuelve loco. Tampoco es necesario asumir una actitud de aceptación acrítica del mundo. Es muy posible permanecer plenamente consciente de las limitaciones e imperfecciones del mundo y mantener una relación creativa ambivalente con él, mientras que se construye un espacio seguro, sano y significativo por sí mismo dentro del mundo. Se trata de un proyecto, desde luego, pero bastante factible.

Aquí, en el resto del mundo se pueden encontrar, simplemente buscando, a personas buenas y decentes, que comparten los mismos, y cuya amistad se nutre y profundiza. Las personas que han dejado ISKCON también suelen encontrar una gran satisfacción en estas relaciones profundas, íntimas y amorosas que se perdieron mientras eran "brahmacaris" y "brahmacarinis" célibes, mientras vivían como personas casadas atrapadas en matrimonios poco satisfactorios, jerárquicos, y asexuales (o en relaciones de abuso sexual).

Epílogo

Aunque he cancelado mi suscripción a la visión de ISKCON con respecto a la realidad, estoy interesado profundamente y sinceramente en la Verdad/realidad, y me siento confiado que tengo puntos en común con la gente en ISKCON y cuyo amor hacia la verdad reemplaza cualquier lealtad automática a las doctrinas y a las líneas de autoridad. Cualquiera que sea el estado lamentable de ISKCON, cualquiera que sea oscuridad con la que refleja su gloria potencial, hay mucha gente buena y decente en el movimiento que busca respuestas a las preguntas más profundas de la vida y que son serios acerca de descubrir y cumplir con su propósito más elevado en la vida. A todos ellos, les ofrezco mis respetos y mi amistad.

Si algo de lo que he escrito aquí ha significado algo para ti, si tiene sentido o te toca de alguna manera, entonces espero que te sientas libre de escribirme. Me encantaría saber de ti, oír tus pensamientos, y te prometo que voy a hacer mi mejor esfuerzo para responder. Puedes ponerte en contacto conmigo en la siguiente dirección: Steve Gelberg. Espero con interés escucharte.


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